Se terminó el sentir que me equivoqué a cada decisión que tomé y llevé a cabo. Se terminó el autocompadecerme de mi inoportunidad tan oportuna.
Se terminó el considerarme afuera del centro y el considerarte el centro de incluso lo que está afuera.
Se terminó el colocar la ilusión, la paciencia y las ganas en algo inexistente.
Se terminó el otorgar a alguien que no soy yo el control de lo que siento.
Se terminó la cobardía para lo que merece y el valor para lo que desmerece.
Se terminó el vivir de domingo en domingo.
Se terminó ir a buscar el dolor cuando se esconde y acogerlo cuando se presenta.
Se terminó malvivir.
Se terminó.